Hemos hablado mucho en este blog sobre las tres erres de la ecología —reducir, reutilizar, reciclar— pero lo cierto es que esto representa un esquema lineal de consumo que cada vez está más en desuso. Nos referimos a que lo que se produce, luego se reutiliza, y termina reciclándose, pero no tiene en cuenta lo que sucede antes de que una empresa toma la decisión de producir un determinado producto en su fábrica. Aquí es donde hace la aparición la economía circular.

¿Qué sucedería si la empresa fabricante produjera un determinado objeto pensando de antemano en sus posibilidades de reparación, reutilización y reciclaje futuras? ¿Y si se hiciera mayor énfasis en crear productos compuestos de materiales biodegradables o reciclables? Hasta la fecha, existe cierta conciencia en este sentido, pero la economía circular va un paso más allá.

economia circular

Por ejemplo, fíjate en tu teléfono móvil. Parece que está fabricado para romperse a los pocos años y no poder repararse. No se puede mejorar y lo normal es que no puedas ni abrirlo. ¿Por qué? Porque su fabricante quiere que lo uses y que lo tires, para después comprarte uno nuevo. Con la economía circular, los móviles serán más fáciles de reparar. Podremos incorporarles nuevos elementos o unidades de memoria con mayor facilidad.

Otro ejemplo. Las empresas que instalan una moqueta en sus oficinas. Hasta hoy día, la moqueta se quedaba allí hasta que venía el próximo inquilino y, quizá, cambiaba la moqueta. La unidad vieja terminaba en el contenedor de la basura. Con la economía circular, no compras una moqueta; la alquilas, pagando una pequeña cuota mensual. Cada tres años —por ejemplo— la empresa instaladora viene y te instala una alfombra completamente nueva, llevándose la vieja para reciclarla convenientemente.

Algo similar al ejemplo anterior sucede con algunas marcas de coches. Te ceden un coche nuevo cada tres años, a cambio de una cuota mensual que incluye el seguro y el mantenimiento.

La idea que subyace a todo lo anterior es que, en la economía circular, nuestros “desechos”, o aquello que ya no queremos seguir utilizando —el móvil de hace tres años, el coche de cuatro años o la moqueta usada— se convierten en un recurso. Dichos recursos se emplean para satisfacer las necesidades de un tercero, o para reciclarse y volver a incorporarse a la cadena de producción.

El medioambiente lo va a agradecer.